martes, 20 de agosto de 2013

El cielo: una relación de amor

El cielo es como el amor; una emoción. Algo intangible, que de hecho no estamos tan seguros que exista, pero sí sabemos que nos determina. Que está, que influye en nuestras vidas. ¿Quién sabe explicar qué es? ¿Quién estuvo en el cielo alguna vez? Hablamos de él, lo idolatramos, lo miramos todos los días, pero en realidad nadie lo conoce verdaderamente. Hasta hay convenciones que nos hacen colocar allí a quienes no podemos aceptar que, físicamente, ya no están más acá. Pero lo que sí es seguro es que hay que aprender a convivir con sus expresiones. Igual que con el amor. 

Todos queremos un amor que brille todos los días, que reluzca las flores, que nos arme paisajes en el horizonte, que nos llene de vida. Que nos de luz, que nos acompañe, que nos desvista. 

Así como todos convivimos con un cielo en donde hay días que es mejor no hablarle, intentar no discutir, no analizarlo. Hay días que nos levantamos y compartimos un montón de cosas con él por la simple cotidianeidad. Está ahí. Vive conmigo, sé que en realidad es mucho más que esa cara gris, que esa mala respuesta. Y decidimos que por esas horas, lo mejor es solamente esperar, que cambie el ánimo, que se vayan las nubes.

Pero siempre está esa relación fugaz que nos enloquece. Mojada, para calmar el calor. Que nos lleva a fumarnos un cigarro mirándola. Por un instante deseamos que sea eterno. Contemplar esa lluvia, hacernos parte de ella. Empaparnos, excitarnos ante lo desconocido. Hace mucho que no llueve. Que todo es gris. O que todo es demasiado esplendoroso. Alguien nos debe movilizar por un rato. Pero, como todo amante; molesta su permanencia. "Ya está, no puedo convivir con vos todos los días. Es hora de que me dejes".

Hay cielos en los que nos angustian. Hay amores que nos regalan un rato de sol y con eso basta. Hay cielos que nos hacen creer que serán para siempre. Hay amores en los que se vuelven a tapar de nubes, rayos y ruidos que dan miedo. Siempre hay un amor para una oscuridad. Siempre hay un nuevo cielo para un desamor. 

Y no me queda otra que convivir, descubriendo el cielo y levantándome todos los días a mirar cómo está el amor para salir a la calle.