lunes, 23 de diciembre de 2013

Amante, no hay camino...

Amar es, fue y será un sinónimo de libertad. A pesar de que  vivimos rodeados de naturalistas, que nos hacen creer que el ser humano tiene acciones innatas, tengo la certeza que amar es una libertad esencial.

Para cada momento existe una biblia, un paradigma, una religión, un estatus social, una generación, etc. que nos limita indicándonos el camino "correcto". Hay que casarse para siempre, tener hijos, ser fiel y un montón de convenciones más. Existe un manual de procedimiento hasta en los sentimientos. "Es natural" que a un hombre le guste una mujer. "Es un pecado" sentir cosas por otra persona. "Es lo normal" contraer matrimonio. "Ya a tu edad deberías pensar en una familia". Es, Deberías, Normal, Natural, etc. ¿Quién dijo todo esto? ¿Quién me guionó la vida?

Algunos me hablan del "instinto". Instinto tienen los animales. Nosotros tenemos una carga cultural del mundo que nos toca vivir. Si nacemos en Japón, África o India, seguro lo "innato" sea diferente. El instinto es una imposición, que por antigua y funcional para algunos, ya no se cuestiona. Pero no deja de ser alguien o un grupo de personas que dijeron que ESO era lo normal y lo que "estaba bien". Personas, como las que en algún momento dijeron que las mujeres no debían votar, ni trabajar, ni siquiera opinar. O como los que creían que por ser negro deberías ser esclavo.

Amar, como la expresión máxima del sentir, es la apertura a un nuevo campo, desconocido, incapaz de alcanzarlo solo. Cuando sentimos, ampliamos el espectro sensorial, experimentamos en un terreno inédito. Esa experiencia, ya es, en sí mismo, un crecimiento. Aprender es desarrollarse. Conocer y saber más sobre la vida, sobre tu vida, es un acto de progreso. Y el último hilo de esta cadena es entender que cuanto más se conoce, más libre se es. Por solo el hecho de poder elegir entre más opciones. Así como las mujeres, como los negros, etc. conocieron sus valores y de a poco fueron siendo libres. Quien reconoce sus sentimientos, a pesar de que no los pueda controlar (por suerte), va pudiendo elegir y con esto, va siendo independiente, con sus propias reglas, su propio "instinto".



Siento luego existo - Las Pelotas


...Se hace camino al amar.

lunes, 25 de noviembre de 2013

¿Cómo pasó todo?

Soy parte de la generación del odio. Donde la tentación hacia el desequilibrio es tan fuerte como la del poder. En donde el fin justifica los medios en cualquier ámbito. Donde los nuevos políticos aceptan que para lograr gobernar a su manera, deben correrse de sus ideales con la ilusa promesa cuando estén allí, volverán a inculcar las ideas que le despertaron el afán de mejorar esto. ¿Hasta donde llegan tus valores? ¿Son modificables según la circunstancia?

Soy contemporáneo a la generación en donde la policía es, en muchas ocasiones, mi enemiga. En donde quienes tienen que preservar y cuidar los derechos y convivencia de toda la sociedad no tienen más requisitos que la escuela pública completa y sus salarios son indignos. ¿Cuánta agua pasó debajo del puente para que un policía genere violencia? ¿Por qué es tan contradictorio su función esencial y lo que connota después? 

Vivo entre quienes dicen "esto es Peñarol/Nacional" y, solo por esa razón, deben matarse. ¿En qué momento un club deportivo se transformó en símbolo de guerra? ¿Cuáles fueron los valores que cargaron a ese Club en un sinónimo de ganar o morir? ¿Por qué no se dice "esto es Multiahorro" y por eso me enfrento a la policía? ¿Cuál es la diferencia? Uno es un Supermercado y otro es un Club deportivo. Uno vende productos y el otro juega. ¿En qué momento de la bola de nieve estamos como para que el nombre de un equipo se transforme en la razón de un enfrentamiento guerrillero?

Camino entre personas que dicen que la inseguridad es el principal problema a solucionar en la sociedad y la educación el segundo. Aunque coinciden que la primera es producto de la segunda. ¿Entonces? ¿Qué es lo que hay que mejorar?

Escucho a comunicadores diciendo "hay que darle palo" a esos que critican porque, paradógicamente, dieron palo primero. 

Reconozco a todos los que generan actos vandálicos. Puedo averiguar donde viven en 10 minutos. Pero tengo que correrme y hacer que no los vi. Porque quienes tienen la potestad para reeducarlos, se rinden ante ellos. Vivo en donde NADIE ve NADA. 

En la esquizofrenia de cuestionarme todo, yo también debo tener que ver en esto. Soy culpable de esta sociedad ciega, sorda y muda. Debo serlo. Perdón. 

lunes, 4 de noviembre de 2013

Sirviendo a la sociedad

Fui buscando seguridad y me sentí aún más vulnerable. Estaba solo, rodeado de gente con disfraces que les otorgan un poder que no saben manejar. Me habían robado y lo seguían haciendo. Primero dinero y algunas pequeñeces materiales y después un montón de certezas que creía tener.

No quiero transmitir un mensaje apocalíptico sobre la inseguridad, solo pretendo compartir el vacío que me generó creer que para algunos policías las personas van a hacer un mero trámite a la comisaría. Y que decirles; "ya está, ahora ya pasó" a quienes le acaban de extirpar lo que es suyo es un consuelo de tontos. Reconocemos que el pasado es inmodificable, pero, si no es mucha molestia, permítame sentir enojo e impotencia, señor oficial.

Es cierto, y a la vez alarmante, saber que muchos de nosotros no iríamos a hacer la denuncia de los objetos robados si ésta no fuera imprescindible para obtener los duplicados. Pero este accionar común, debe ser producto de malas experiencias, ya que prefiere guiarse por la corriente empírica, mucho más lógica y racional, señor oficial.

Mientras esperaba mi turno, en un lugar hostil, con plantas disecadas, manchas de de humedad en las paredes pintadas de celeste inerte, escuchaba los gritos de una señora que, deduje, estaba haciendo su denuncia. Quien según mi asociación, le tomaba declaraciones, le pedía con tono autoritario que le reprodujera textualmente los insultos que habría recibido. Con altibajos en su entonación, accedió. Ya que va a buscar algunos significados en el diccionario, señor oficial, 'échele un vistazo' a la palabra vergüenza, humillación y pudor. 

Haciendo alusión a dichos gritos de la pieza lindera, el policía que unos minutos más tarde me iba a tomar la denuncia tituló: "Dejá, un quilombo bárbaro". Se mostraba molesto. No tanto por la degradación que sintió y sentía la mujer en ese momento, sino por los gritos. No se olvide de la palabra empatía, señor oficial. ¿O debo llamarlo "botija" o "cabeza"? Como me llamó usted a mí. No sé, cada vez entiendo menos.


"Yo no puedo creer, te piden un papel que lo van a tirar a la basura. En este país están para trancarte las bolas. Soluciones nadie te da, pero pa' joderte son como mandados hacer. Bueno, vamo' a hacerlo entonces" respondió y yo sentía que concordaba con alguien que no pensaba lo que decía, sino que repetía una exclamación popular y facilista. Lo entiendo, señor oficial, usted también es una persona, que se queja del gobierno, que sufre para llegar a fin de mes, que le molesta la burocracia en las oficinas públicas, etc. Pero usted está ahí con un fin. Con el fin de mantener el orden y no solo el cronológico, que tampoco lo logra, aunque no es el único responsable. Si usted, en su lugar, no me ofrece garantías, no me arropa en un momento de suma fragilidad, ¿adónde debo ir?

Cuando salí de la comisaría, volví a ver el Sol, me rodee de gente que no conocía pero que no tenía la obligación de protegerme, me sentí más seguro. Preferí confiar en la incertidumbre y no en el poder otorgado. El símbolo de los previsores del caos me llenó de dudas. Y después de desconfiar en las aptitudes de un policía, ¿qué queda?



lunes, 7 de octubre de 2013

¿Y la pelota?

Los hombres solemos desear cosas que después no sabemos bien qué hacer con ellas. Yo sueño con sábados y domingos a la tarde. O mejor, fantaseo con un mundo lleno de actividades placenteras ahí afuera, mientras yo trabajo. Pero por aquel viejo dicho popular de que el policía en su día libre va a la comisaría a tomar mate, yo decidí ir al Estadio Centenario.

Fui a ver fútbol y vi un montón de hombres, de cuerpo erguido, con postura dominante, autoritaria, juzgando a un hombre, al parecer, importante. Era raro, decían que él no estaba apto para ocupar un cargo tan importante. También decían que en siete partidos se debía haber demostrado algo positivo y él no lo había logrado por lo que ya era hora de que abandonara su cargo. ¿Cómo habrá sido la séptima emisión de ese programa? ¿Ellos demuestran algo positivo? Pensé.

Fui a ver fútbol y escuché entre gritos que todo en la vida se basa en los resultados. Y más aún, que ya nada es “para siempre”. Uno de ellos, en posición combativa, se animó a hablar de religión; “hasta la iglesia sacó la frase ‘para siempre’ cuando casan a dos personas” dijo. Ya ni al amor se le tiene paciencia, pensé.

Fui a ver fútbol y sentí un fuerte olor a pólvora. Provino de una bomba de estruendo que cayó desde la tribuna de unos hinchas de Peñarol hacia unos sesenta de Wanderers, que hasta ese momento, ni habían siquiera alzado la voz. Cuanto olor a mediocridad, pensé.

Fui a ver fútbol y saboree un café que simbolizó el entorno. Amargo, de baja calidad. Con poco criterio y enorme egoísmo de quien lo elabora. Qué poco profesionalismo, pensé.

Fui a ver fútbol y rocé el lado más áspero de un deporte; lo que pasa afuera. Quiero estar adentro, pensé.

De  la pelota nadie habló. Una persona se quedó sin trabajo mientras otras siguieron en el suyo, con la cruel gratitud de haberse adelantado a un final.

Ahora que sé lo que pasa los sábados y domingos a la tarde, quiero volver a trabajar.

martes, 24 de septiembre de 2013

Con fianza eterna

Jugar a confiar es de los desafíos más grandes que tiene el ser humano. La sola participación de un otro, con la dependencia que esto contiene, nos conecta con una energía superior. Si bien la valoración del esfuerzo propio nos otorga una hermosa sensación de poder individual, cuando unimos a otra persona a nuestra aventura ampliamos el espectro. 

No es necesario prestarle 10.000 dólares a un desconocido y jugar a que lo va a devolver. Simplemente acciones como coordinar una cita con alguien y apagar el celular durante las horas previas, nos sirve como ejemplo para poner a prueba este desafío. Confiar en la palabra del otro. En el lugar que ocupa esa cita en su lista de prioridades. En haber transformado una promesa en una responsabilidad. Sentir que está en juego nuestra lealtad. Apostar parte del ego al rojo. 

El regocijo del encuentro es extraordinario. Saber que la palabra del otro vale. Que romper el pacto sin previo aviso, o sin la constatación del mensaje recibido, le provocaría una falta. Ésto nos posiciona en la cima por un instante. La empatía. El reconocimiento. La valoración. Todo nos provoca una excitación que enaltece tanto nuestra estima como la percepción del otro. 

El porqué de tanto beneficio radica en lo que se puede perder. La frustración del desencuentro es desmotivante, dolorosa. Quizás la verdadera razón que tiene el otro para faltar es lo suficientemente válida. Sin embargo, poco importa el argumento. La amargura del desamor es mayor. Los golpes duran siempre un poco más y las manchas en el alma permanecerán siempre en algún rincón del inconsciente. 

La vida nos propone retos de grandes placeres. Con complacencias de enorme atractivo que cargaremos orgullosamente durante toda la vida. La estimación y admiración por los valores con los que nos vamos abriendo puertas suelen ser mucho más poderosos que juegos de azar o de alta destreza técnica. No hay puntuaciones ni 'vidas' que perder sino una moralidad que alimentar. Ya que cuando estamos solos, ésta, es la única que nos mantiene vivos.  


viernes, 6 de septiembre de 2013

Perros de la calle

En el corazón del Parque Batlle, pero en el corazón eh. Ahí donde los ruidos de motores se dan una vuelta cada tanto para molestar y quitarle los vicios de paraíso al lugar. Ahí, existe un mundo paralelo, mucho más natural, donde hay verdades individuales que, unos metros más afuera, son fácilmente contrastable.
El verde da lugar a la libertad. El sol, el clima, el campo del asfalto, nos permite soñar en medio del bullicio. Estamos quienes nos tomamos unas vacaciones de la realidad y le damos la mano a un libro para descansar aunque sea un rato, y quienes a veces se van a la ciudad de la mano de alguna responsabilidad. 



Allí, más cerca que lejos, conviven decenas de perros en una armoniosa amistad. En una especie de corral, al que llegan hombres rodeados de canes moviendo su cola en señal de algarabía, se juntan más de cuarenta animales por mañana. De distintas casas, distintos dueños, balcones, veterinarias, patios de 2x2, "pastillitas" y huesos. Todos juntos, libres y educados. 

Al costado, hombres que viven realidades que, solo cada tanto, se comparten entre sí. Aparentando más de cincuenta años, un señor de unos 190 centímetros realiza ejercicios dignos de un futbolista profesional. Pequeños trotes con salto y cabezazo al final, largos tramos con dominio de balón en subida, disparos al vacío de media distancia y hasta 'zig zag' con pelota entre piedras, que vestidas de cono, le ayudan a precisar un dribling envidiable. 

Más allá en el paisaje, otro hombre, en diálogo cerrado con los ponys que luego serán adornos de miles de portaretratos en nuestras casas. Detrás, un "parque de diversiones" con juegos clásicos que generalmente están inmóviles. En un rincón del cuadro, una solitaria y silenciosa oveja que empieza a sufrir el producto de la temperatura y su lana. 

Mientras tanto, madres que le enseñan a sus hijos lo que cuando crezcan, muchos se olvidan de disfrutar. Personas que, como nubes, pasan raudamente mirando el suelo sin darse cuenta de tamaña belleza. Y un canto intenso de loros que seguramente en su idioma, nos piden que nos quedemos un rato más, que cuando se termina el arbolado, vuelve la realidad. 

martes, 20 de agosto de 2013

El cielo: una relación de amor

El cielo es como el amor; una emoción. Algo intangible, que de hecho no estamos tan seguros que exista, pero sí sabemos que nos determina. Que está, que influye en nuestras vidas. ¿Quién sabe explicar qué es? ¿Quién estuvo en el cielo alguna vez? Hablamos de él, lo idolatramos, lo miramos todos los días, pero en realidad nadie lo conoce verdaderamente. Hasta hay convenciones que nos hacen colocar allí a quienes no podemos aceptar que, físicamente, ya no están más acá. Pero lo que sí es seguro es que hay que aprender a convivir con sus expresiones. Igual que con el amor. 

Todos queremos un amor que brille todos los días, que reluzca las flores, que nos arme paisajes en el horizonte, que nos llene de vida. Que nos de luz, que nos acompañe, que nos desvista. 

Así como todos convivimos con un cielo en donde hay días que es mejor no hablarle, intentar no discutir, no analizarlo. Hay días que nos levantamos y compartimos un montón de cosas con él por la simple cotidianeidad. Está ahí. Vive conmigo, sé que en realidad es mucho más que esa cara gris, que esa mala respuesta. Y decidimos que por esas horas, lo mejor es solamente esperar, que cambie el ánimo, que se vayan las nubes.

Pero siempre está esa relación fugaz que nos enloquece. Mojada, para calmar el calor. Que nos lleva a fumarnos un cigarro mirándola. Por un instante deseamos que sea eterno. Contemplar esa lluvia, hacernos parte de ella. Empaparnos, excitarnos ante lo desconocido. Hace mucho que no llueve. Que todo es gris. O que todo es demasiado esplendoroso. Alguien nos debe movilizar por un rato. Pero, como todo amante; molesta su permanencia. "Ya está, no puedo convivir con vos todos los días. Es hora de que me dejes".

Hay cielos en los que nos angustian. Hay amores que nos regalan un rato de sol y con eso basta. Hay cielos que nos hacen creer que serán para siempre. Hay amores en los que se vuelven a tapar de nubes, rayos y ruidos que dan miedo. Siempre hay un amor para una oscuridad. Siempre hay un nuevo cielo para un desamor. 

Y no me queda otra que convivir, descubriendo el cielo y levantándome todos los días a mirar cómo está el amor para salir a la calle.

martes, 30 de julio de 2013

El equilibrista...

El equilibrio es la utopía del hombre. En el momento que se logra, todo parece estar en calma. Eso no significa que esté del todo bien. De hecho, todos sabemos que el momento de mayor placer no se encuentra cuando "todo está bien". El éxtasis no se logra de forma racional, equilibrada, controlada. El mayor placer se encuentra en la pérdida de todo ésto. En el reconocimiento de territorios desconocidos, de eso que está fuera de los límites de lo imaginado. Ahí es donde se disfruta del verdadero goce. Cuando pensábamos que lo habíamos vivido todo y nos sorprende un nuevo resorte emocional. Un nuevo impulso.

Pero darle lugar al descontrol tiene sus desventajas. Mucho más peligrosas que las del equilibrista. Las caídas, cuando vienen de tan arriba, siempre duelen un poco más. Cuando se logra tener tanto, perderlo es angustiante. Pregúntele al poder. Éste conoce más de los desahuciados que de los que todavía disfrutan. Es que en realidad, uno vive en un permanente negocio entre los espacios racionales y los emotivos.

Darle lugar a la emoción, es prestarle las sensaciones a un exterior que fluye y va definiendo nuestro andar. Es como depender de todo eso que nos motiva y girar entorno a dos simples caras; si ésto funciona, se disfruta en plenitud. Porque sin esforzarse tanto, entregándole el deber al otro, uno recibe grandes satisfacciones sin moverse. Y no hay nada más lindo que ganar. Pero si ésto nos genera malos tragos, nos preguntamos por qué sufrimos por cosas ajenas. Por qué nos condiciona el exterior. Nunca estamos del todo contentos.

Pero por otra parte, pedirle a la razón que no nos deje, puede ser hasta un acto esquizofrénico; porque nunca dejamos de pensar. Nunca dejamos de observar los detalles y sacar conclusiones. Sumamos y restamos constantemente para ver si el resultado da positivo y ahí razonamos que debemos ponernos felices. Por Dios, que triste. 

¿Y qué nos queda? Convivir. Dando espacios. Convivir con los límites que nos imponga la moral. La dignidad debe tener su apartado. La experiencia un libro de consultas. La ilusión como anhelo. La confianza como un deseo. Convivir con todo esto. Hay lugar para todos. No nos limitemos más de lo que ya lo hacen los relojes, las palabras, los demás, las responsabilidades, los días, la biología. A las cosas, su tiempo y su espacio.

No, nadie dijo que era fácil. Por eso el equilibrio es la utopía del hombre.  



jueves, 25 de julio de 2013

Carta abierta a mis amigos - Una Borrachera de verano -

A la mayoría se nos vinieron los 'veintipico' arriba. Las horas se nos van en obligaciones de todo tipo. Las cuentas, la casa, los estudios. Alguna que otra novia que ya agarró vicios de esposa y otros hasta tienen ese pequeño brote que les dice "papá". Ya no estamos para todo. Los celulares dejaron de ser solo canales de foros amistosos y amorosos. Ahora hay apellidos en la agenda que quieren hablar de trabajo.
Foto: Película 25 Watts


Pero en una de esas las casualidades nos vuelven a juntar. Coincidimos tres o cuatro y nos volvemos a ver. Las excusas siempre son eso; excusas. Si en realidad no se necesitan motivos para abrazarnos. 

Volvamos a la plaza, al muro, al patio de una casa. Que sin querer empiecen a caer los demás. El que se desprende los últimos botones de la camisa, enrolla la corbata y pasa a buscar esas dos cervezas que nos vuelven a juntar. 

Volvamos a cantar canciones de tribuna. A hablar del partido que le ganamos aquel verano con el gol del Gordo. Que se repitan las frases de la adolescencia. Los cuentos. Las peleas que cada vez que las contamos, más héroes nos hacen.

Volvamos a decirle "salú" a la vecina que nos pide silencio. Es una noche, señora. Volvamos a hacernos los serios cuando pasa el padre de alguno, como si él no supiera que detrás del banco siempre hay lo que él también quisiera sentarse a tomar.

Que venga ese amigo con la novia, y ya desde varios metros atrás sepa que le erró. Que hoy no es un día para ella. No es que no la queremos. Pero hay días que el género se transforma en una secta. Las libertades son otras, y hasta por respeto a ella misma, mejor que no esté. 

Que del perfume queden solo los restos. Sin espejos, sin ropas de calidad, sin tanto lujo. Que el resumen sea solo "nos juntamos" y que con eso baste. Siempre está el que la quiere seguir en algún boliche, o más lejos. Pero en realidad, se sabe que la borrachera de verano queda ahí.

Que al otro día el cansancio, sueño y dolor de cabeza se entrevere con las sonrisas cómplices. Que nos enorgullezca la vergüenza. 

Dale, volvamos. Prestémosle una noche a la adolescencia. Al rencuentro. Somos circunstancias, hagamos que coincidan con nuestro deseo. 

Que el equilibrio nos mire de cerca, pero que nos deje ser libres un rato. Regalémonos una borrachera de verano, solo eso. 

martes, 23 de julio de 2013

....Que nunca se confunda hombría con falta de respeto...

Estamos siempre al borde de la racionalidad. Somos demasiado sensibles a la palabra, al gesto, al éxito. Cuando nos elogian, perdemos rápidamente el control. Cuando fracasamos, intentamos buscar culpables, muchas veces externos, otras tantas dentro de uno, cuando tampoco es necesario hacerlo. No todo en la vida se puede. Si se compite, a veces está bien que gane otro. De eso se trata.

Hacerse responsable de los actos que uno hace es el primer paso, pero que eso no signifique que, porque ya lo hice, ahora abro el paragua y me peleo con todo el que me lo critique. Dejar que, personas que no se forman parte de nuestro círculo opinen y festejen nuestros errores puede ser muy grave. Ellos mañana no están y quien tiene que seguir cargando con los hechos, ante todos, todos los días, somos nosotros.

Cerati dice que, "poder decir Adios, es crecer". Ni te digo, decir "perdón".


viernes, 17 de mayo de 2013

¿Periodismo, crítica o apología del delito?

Los inspectores de tránsito de nuestra capital hicieron uso de su derecho como trabajadores y pararon sus actividades protestando por mejores vestuarios, más elementos de seguridad para quienes trabajan en la calle y sobre todo, por la medida que tomó la Intendencia de Montevideo de contratar nuevos empleados que trabajen los fines de semana. 
Foto: www.Subrayado.com.uy


Del uso desmedido de la "fuerza sindical" y el descontrol que esto le genera al gobierno de turno por su condición de "izquierda" no voy a hablar en este momento. Tampoco de la lógica protesta si tenemos en cuenta que los antiguos inspectores no van a poder decidir  cuándo trabajar y cuándo no los fines de semana para poder cobrar horas extras. Y mucho menos, de la, por lo menos cuestionable, política de comisiones que obtienen por cada multa que colocan. De nada de eso hablaré, por lo menos HOY.

Lo que sí me preocupa es el manejo y oportunismo con el que se trata el tema por el periodismo. Han sido varios, estos últimos días, los medios que han publicado "informes" que consisten en ENUMERAR la cantidad de INFRACCIONES que se pueden cometer GRACIAS al PARO de los inspectores de tránsito.

Las formas de hacer periodismo son múltiples y no existe un manual para ejercer la profesión. Sin embargo, creo que "recordarle" a la gente las infracciones que pueden cometer por la falta de controles no sea lo más ético. Principalmente porque el punto NO está en que alguien "doble en U" o "maneje ebrio". Sino por las consecuencias que ésto puede traer. Pueden generar accidentes y, por consiguiente, personas heridas, fallecidas, etc. 

A caso cuando hubo paro también de ADEOM y no recogieron la basura por unos días escribieron informes recordándole a los vecinos que la podían tirar en la puerta de su casa, total, nadie los iba a controlar.

¿Cuando hay problemas con la policía les van a recordar a todos que pueden ir a robar supermercados y bancos?

Para hablar de un "tránsito caótico" en Montevideo no es necesario esperar a que paren los inspectores. Vivimos en una ciudad que no está ni cerca preparada para soportar la cantidad estrepitosa de automóviles que posee. La pésima distribución demográfica de los servicios que tenemos, que el Centro es una de las zonas de mayor densidad y con las calles más angostas, que somos un país de TRES millones y que UN MILLÓN Y MEDIO aproximadamente viven en el 0,113 % de la superficie del país, son algunas de las posibles razones por las que vivimos en un tránsito caótico. Y hay más, pierda cuidado.

Seamos coherentes. No subestimemos a la gente y hagamos leña del árbol caído. El periodismo sigue siendo parte fundamental de una sociedad que no para de recibir mensajes por todas partes, no destruyamos la profesión con frases para la tribuna.





miércoles, 15 de mayo de 2013

¡Atento Kesman!


Foto: https://twitter.com/JorgeMunoz_
En mi país, la música del domingo tiene la voz de un locutor comercial que rompe la armonía nombrando empresas con una velocidad única. La de un periodista que habla fuerte, claro y casi como un robot desde “estudios centrales” (muchas veces apenas hay estudios, imagínese si habrá centrales y periféricos). La de un comentarista,  que es presentado como que viene a decir la gran verdad, como si nosotros no hubiésemos analizado en la semana eso mismo que él nos dice, de todas formas, ya sea para estar de acuerdo o para discrepar, esperamos ansiosos que nos llene de argumentos para insultarlo. Y la de un hombre que cuenta qué pasa con 22 tipos detrás de una pelota e infarta cada vez que ésta llega al área. Esa es la música de mi país, la de las transmisiones de fútbol.

Pero uno de los puntos más ilustrativos de las transmisiones son los vestuarios. Son ellos, los llamados “vestuaristas”, los únicos que verdaderamente tienen contacto con los protagonistas. Lejos de esa cabina “intocable” de donde se emiten los juicios más contundentes, ellos son los que deben hablar ante la atenta, y a veces fulminante, mirada de jugadores, cuerpo técnico, allegados al club, etc. Y el domingo pasado, al que le tocó ser quien comparta las sensaciones de Juventud de las Piedras, fue a mí.

Siendo un equipo de corto recorrido en primera división,  viven cada ida al Estadio Centenario como un verdadero hecho. Allí, donde juegan Suarez, Forlán, Cavani, A veces Messi. Allí donde se jugó un Mundial y se lo ganó. Allí donde nace y muere la parte más rica de la historia de nuestro fútbol, allí van solo dos veces por año. Es, sin duda, un momento especial para ellos.

Los primeros en llegar fueron los utileros, vistieron los pasillos con sus colores, colocaron hasta elementos de marketing en las puertas y le dejaron todo pronto para sus reyes; los futbolistas. Mientras las radios hacíamos nuestras primeras salidas, comentando sobre la actualidad del equipo. Están los que van sin anotaciones y se descansan en su memoria, los que llevan carpetas llenas de hojas con información, tablas estadísticas, detalles, etc. Los que leen la información de los colegas. Todos juntos. ¿Celos? ¿Entre vestuaristas? No, eso déjelo para cuando la fama nos maree.

El permanente “cjj-cjj” de los Handies y las voces alzándose cada vez que salen al aire, son los únicos que rompen el silencio de un Estadio todavía vacío. Hay un momento en donde los vestuaristas son los reyes de la transmisión y es cuando se mete en medio de la emisión para decir fuerte y claro: “Llegó Juventud”.  Ahí, quien conduce la previa para todo lo que está haciendo para darle un “Adelante en el vestuario locatariooooo” y para nosotros es como que si nos abrieran el telón de un teatro.  Y todo para describir uno a uno la llegada de los futbolistas y preguntarle cosas como “¿Cómo estamos hoy?”  “¿Jugás?”  “¿Todo bien?”. Como si el protagonista fuera a respondernos algo más que “Bien”, “Sí” o “Todo bien, gracias”. Pero es nuestro momento, respétennos.

Ahí la armonía varía. Las canciones de cumbia que se filtran desde el propio vestuario ya nos predisponen de otra manera. Mientras todos se acomodan, los vestuaristas conversamos con un auricular en la oreja por si nos llaman. Poco nos importa lo que está sucediendo al aire, digamos la verdad, todos conversamos sobre nuestras vidas, hasta que escuchamos nuestro nombre al aire.

Va llegando la hora del partido y ya la música bajó. Se escucha algún cántico de la hinchada, más movimiento alrededor, algún grito arengador del técnico hasta que, finalmente, se abre la puerta y salen los leones. Con cara de malos, serios y llevándose todo por delante. Los tapones resuenan en el cemento y ellos con mirada fija, obnubilada. Ahí van, a decidir su emoción y la nuestra.

Juventud logró, por primera vez en la historia de torneos cortos, ganarle a Nacional. Una fiesta. Los utileros se abrazaban entre ellos, Mario Saralegui, actual director técnico y hombre muy identificado con Peñarol ingresó gritando enloquecido, los jugadores nunca tan predispuestos a hablar con nosotros como esta vez. Todo alegría, todo fácil para nosotros. El presidente habla de todo, tira hasta cifras de gastos y ganancias, los jugadores merecen selección, el DT es Mourinho, hasta te agradecen las notas. Nunca visto.

El vestuario tiene eso, tu trabajo también depende del resultado, tras 90 minutos te toca cubrir una fiesta o un velorio. Ésta vez, me llevé yo también los tres puntos. Yo también gané 2 a 0. 

sábado, 11 de mayo de 2013

Tan ilustrado como valiente


No sé si se repetirá, probablemente sí, pero es momento de que alguien más 'BienHable'. Me tomo el atrevimiento de crear este neologismo, con permiso de la Sra. RAE e invito a otra persona a que diga sus verdades, porque alguien las tenía que decir.

Foto: Diario El Tiempo - Colombia

Lo real, es que fui en busca del protagonista de una gran historia dentro de un pequeño medio. El guion era de Hollywood pero los recursos y el contexto, uruguayo. Jorge  el “Teño” Artigas, futbolista de 37 años, con buen recorrido por el mundo mostrando sus dos pilares fundamentales; calidad y esfuerzo. Tras haber sido figura y capitán de América de Cali en el 2011, se lesionó y el equipo le dio la espalda, estuvo un año sin jugar y hoy apareció en medio de un campeonato para, con goles y fútbol, recuperar el sueño de Central Español de quedarse en Primera División. El héroe de la película, lejos de tirarme una frase para la tribuna, me aclaró que siempre supo que esto iba a pasar.

¿Qué vivía Jorge Artigas hace dos meses y qué vive hoy?
Yo me estaba preparando. Me juntaba siempre a jugar al ‘Fútbol 5’ tres veces por semana, y los sábados de mañana jugaba en cancha de 11 en la Liga Montevideo y de tarde en una liga para mayores de 35. Desde que me recuperé de la lesión no paré. En el fútbol los números son fríos y yo tengo 37 años, venía de 16 meses sin equipo, con una lesión de rotura de ligamentos cruzados, etc. Es difícil que se la jueguen por mí.
¿Cómo fue tu salida de América de Cali?
Me pasaron cosas increíbles. De un día para el otro, cambió la directiva y cambiaron todo. Desde utilería hasta cuerpo técnico que estaba haciendo la mejor campaña en 7 años. Me dejaron en el banco pero el peso de la tribuna y de los compañeros influyó y volví a jugar al partido siguiente. Pero después que me lesioné, sabía que si el equipo descendía iba a ser difícil que me renovaran. Yo me asesoré y le dejé la constancia que me había lesionado siendo jugador de ese club y ellos deben hacerse cargo,  el contrato se me renovó automáticamente pero obviamente ahora tengo que reclamar para cobrar. De ellos ninguno se comunicó conmigo.
¿Y de Cerro recibiste algún llamado?
De Cerro nunca me llamaron. Yo estuve entrenando en el 2010 y al final el DT (Apud) no quiso contar conmigo y me terminé yendo a Colombia. Ellos sabían que yo estaba acá, entrenando, sabían todo. Yo vivo en el Cerro, tengo la misma dirección, el mismo teléfono y nunca se comunicaron. Los hinchas y jugadores siempre me preguntan, pero de la dirigencia, nadie. Y si Cerro no me apoya, que es mi casa, ¿quién?
¿Y cómo llegas a Central?
Foto: Diario El País - Uruguay
“Maxi” Castro me llamó para darles una mano, es amigo mío y sabe cómo trabajo. Y yo quería jugar. No me importaba mucho dónde. Estuve varias veces con ganas de irme. Si no fuera por mis compañeros que me pidieron que me quedara, me hubiera ido. El Director Técnico de ese momento (Julio Acuña) decía que no juagaba con “enganche” y no me tenía en cuenta. A veces no entraba ni en los entrenamientos con los suplentes.
¿Y cómo cambió todo?

Después de cuatro semanas de entrenar con el plantel decidieron hacerme el contrato y justo coincidió que el lunes Acuña dejó de ser el DT. Cuando llegó Colombo (el DT interino) yo no estaba ni en la lista de jugadores que le entregó la dirigencia. Me preguntó qué hacía ahí. El primer entrenamiento me ofrecí para jugar de zaguero, que faltaba uno, y el domingo fui titular.
Vos estás haciendo el curso de entrenador y estuviste jugando en el exterior. En Uruguay, ¿todavía estamos muy retrasados en las formas de entrenar?
Lamentablemente hay DT’s que piensan que está todo inventado. Trabajan “a carpeta”. La culpa siempre la tienen otros. Los árbitros, que en el entrenamiento no hay pelotas, que no pagan, las canchas, etc. Pero del juego nunca hablan. No tienen autocrítica. No se actualizan. Les preguntás a algunos entrenadores cuál es la identidad de su equipo y te sacan la Cédula.
Algunos te piden que “jueguen por abajo” y cuando la agarra el zaguero en un partido son los primeros en gritar que la revienten. Nos dicen “hay que jugar concentrados”. Todos sabemos que hay que hacerlo, pero tenemos que trabajar para estar en ese estado.
¿Y cuánta culpa de eso la tienen los dirigentes que los siguen eligiendo?
El tema es que hay cursos para todo menos para dirigente. A veces contratan a alguien porque tiene “espalda” y no por el proyecto que propongan. Ahí se descansan en los nombres y si les va mal se “lavan las manos”.
¿Y el jugador cómo convive con todo eso?
El futbolista tiene que centrarse en el día del partido. Podés tener un gran curriculum pero si en el partido no andas bien, piden tu cabeza. Es el día a día. Cuando sos joven todo lo extra futbolístico te afecta y nos olvidamos que la verdad está en la cancha. Ahí está la esencia. Vos arrancaste en periodismo capaz porque te gustaba el fútbol, y todos empezamos desde ahí. Pero terminamos hablando mucho más de lo externo que del juego mismo.
¿Y cómo se hace para extraerse de todo lo externo, los millones, la fama, etc?
Pasa que cuando la oferta económica te cambia la vida, uno no puede hacer nada. Pero sí hay que hacerles entender a los pibes que porque se cambien al lado de Beckham no significa que ellos sean Beckham.
Si Messi cada vez que hace un gol busca enseguida a sus compañeros o al último que le dio el pase, ¿qué tendríamos que hacer nosotros? A veces vemos que hay pibes que hacen un gol y salen golpeándose el pecho y saludando a la tribuna y no es así. El representante siempre te va a decir que sos el mejor. Lo principal son la familia y los líderes que tengas en el vestuario. Ni un dirigente ni un empresario te va a ayudar, para ellos siempre sos el mejor, pero la verdad está el día del partido.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Con el permiso del señor conductor...


La noche del 7 de mayo en Montevideo no fue una más. El centro, el oscuro y "angustiante" centro de nuestra capital en invierno, se vio interrumpido por un montón de sirenas, efectivos policiales en motocicletas, gritos y banderas venezolanas. Es que en un ómnibus de la empresa Coetc, venía Nicolás Maduro, presidente de dicho país.
Foto: El Observador

La experiencia habla de que estos jerarcas suelen trasladarse por la ciudad con la misma parafernalia pero en la comodidad de autos más lujosos y con otro confort. Solamente el hecho de que el presidente haya preferido hacerlo en un ómnibus es, en sí mismo, un acontecimiento. ¿Quería aprovechar el viaje para ir conversando con sus acompañantes? Él parece ser muy abierto al contacto con el pueblo, sería lógico. Pero no. Prefirió manejar. Ser él mismo quien conduzca desde la Intendencia Municipal de Montevideo hasta el acto del PIT-CNT.

No podemos obviar que esa fue su profesión previo a su vida política.  Una gran cantidad de artículos periodísticos titularon: “de chofer a presidente”. Quizás cuando a mí me inviten a algún lado, si es que alguien lo hace, llegue escribiendo crónicas. Porque eso es lo que haré hasta ese momento. Aunque ojalá nunca cambie de “cronista a político”.

Su calidad de sindicalista, de referente de la izquierda en Latinoamérica, lo hizo recorrer varias empresas y no poder negarse a la invitación de los trabajadores a concurrir al acto que se iba a realizar en la sede del PIT-CNT. Y Pablo Varela, chofer de la Cooperativa Obreros y Empleados de Transporte Colectivo (COETC) le cedió su lugar para que el propio presidente se dé el gusto de trasladar a él y su comitiva  hacia el siguiente punto de encuentro. ¿Licencia de conducir? ¿Estaba habilitado para hacerlo? No sabemos. Y se ve que tampoco estaba en su móvil el cartelito que dice: “Prohibido hablar con el conductor” porque hasta tuvo la habilidad de darle una nota a un medio de su país.

Entre puños apretados, gritos como: “viva Venezuela”, “Chávez vive”, “la lucha sigue”, “Maduro, amigo, el pueblo está contigo” y las guitarras de Larbanois y Carrero, el principal mandatario de las tierras bolivarianas llegó al acto. Apenas una hora y media después de lo previsto, con gran dispositivo de seguridad y a “bocina limpia” se presentó el invitado de honor.

Allí lo esperaban un tal José Mujica y Lucía Topolansky con otros dirigentes sindicales. Como quien aguarda la llegada, retrasada, del sobrino que se acaba de recibir en la capital y viene a pasar las vacaciones junto a su familia. Una vez estacionado el ómnibus, se entreveró con los luchadores y se sintió agasajado con los versos de “A Simón Bolivar” interpretados por los artistas nacionales ya mencionados.  Recibió ese y otros halagos hasta que le tocó la palabra. Enfatizó deseo de unir a Latinoamérica a través de una gran central sindical. “Latinoamérica y el Caribe” subió la apuesta de su única propuesta de la noche.

Llenó de pasto el lugar, las fieras contentas aprobaron sus dichos y generó hasta risas cuando lo llamó “camarada” (típico término comunista) a Fernando Pereira, quien no pertenece a esa corriente. “’Camarada’ para nosotros significa un compañero amado. Amada. Camarada. Camarado. Cama-Amado. ¿Verdad? Bueno… Compatriota” concluyó entre risas.

¿Tiempo para hablar del “enemigo”? También hubo. Sentado a su lado, nuestro presidente. “El amigo Pepe” como lo llama Maduro. Que si ven alguna imagen, no se asusten, no estaba dormido, solamente apoyaba el mentón en su palma para mayor estabilidad.

Y para cerrar, el presidente venezolano concluyó: “Tengan la seguridad que nadie detendrá la revolución bolivariana, Chávez vive”. Por suerte era un lugar cerrado y no había posibilidad de que el principal revolucionario bolivariano se presentara en forma de pájaro.


Acá el link de "Maduro al volante" de El Observador:
http://www.elobservador.com.uy/noticia/250097/maduro-al-volante/

lunes, 11 de marzo de 2013

Situaciones de Restaurante


La bonanza económica que vive nuestro país de un tiempo a esta parte ha hecho que un montón de jóvenes emprendedores vayan por negocio propio y abran su 'pyme' a puro esfuerzo. Particularmente un rubro que ha crecido enormemente es el de la gastronomía, existen algunos barrios de gran densidad en donde hay un negocio de comida por cuadra, tal es el caso de Pocitos, Punta Carretas, Carrasco, Punta Gorda y algún otro. Lo que nos obliga a los uruguayos a salir de la cueva oscura de nuestras vidas para golpearnos con las innovaciones que nos ofrece el mercado.

Ojo, ocho de cada diez "restaurantes" son de pizza, chivitos, milanesas o parrilla. O algún loco se la juega con un lehmeyun.

Pero a esos que se chocan con la dura realidad de tener que decidir entre algo más que "panceta, aceitunas o jamón" para su pizza, viven un momento durísimo. Por ejemplo; si tienen que decidir entre más de una carne, (pollo, cerdo, vacuna, cordero) entran a temblar y responden cual juego del estilo "pasa la patata" "¡Carne!". ¿Las otras opciones qué son? ¿El pollo se lo cosecha de un árbol? ¿El cerdo es una ortaliza? ¿El cordero es un químico? A veces pienso que creen que al único animal que matan es a la vaca y el resto los sirven vivos. No quiero saber si van a algún país asiático y les ofrecen rata, perro o mono.

Otro "problema" que vive el nuevo uruguayo es su autoconvencimiento de cuidado físico. Basado en el absurdo pero reconfortante negocio de las multinacionales de refrescos. Que les ponen tapas grises y un "Light" o "Zero" bien grande para que vos te claves cualquier cantidad de postres, frituras, o harinas yéndote a tu casa con una carga de conciencia cuasi nula.

Quienes atienden en un restaurante pueden, con solo unos instantes, darse cuenta la situación sentimental que vive el cliente. Si es viernes o sábado, y lo ves venir, vestido de entrecasa, de hawaianas y medias, o con esas pantuflas indignas y te piden una pizza y una Coca de litro. Su vida es una porquería. Y si lo llega a hacer con una cerveza, atento, es más triste aún. Porque muestra claramente su resistencia a darse cuenta de lo mal que está. Quien se toma una cerveza solo, frente a su televisor, con las manos engrasadas, comiendo en un recipiente de espuma, plástico o cartón, para que bajo el efecto del alcohol dormir cual bebé, está a punto del suicidio.

Muchos de los psicólogos que hacen terapia de pareja deberían hacerse pasar por mozos para entender el rol que juega cada pareja en su hogar. Existe lo que yo llamo el síndrome "Gracias Bonomi" que vive la gente con un grado de inseguridad atroz. Es tan enfermante como triste ver cuando él o ella (indiferentemente) a la hora de hacer su pedido, le pregunta con voz baja y tono de sometimiento "¿y vos que pediste?" ¡¡¿¿QUE TE IM POR TA??!! ¿No tenés la suficiente capacidad como para saber qué tenés ganas de comer?  Mientras todos estos pensamientos corren por la mente de quien atiende, derrama el metafórico vaso del asombro cuando culmina con un: "lo mismo que él/ella". Ahí el mozo, asiente con la cabeza, toma su rejilla de limpieza y se va, consternado, por haber sido espectador de un nuevo parásito social. Yo me pregunto, ¿esa gente vota después? En fin.

Antes de irme, quiero dejarle algunos tips para no quedar mal dentro si van con alguien especial.

- En lugares finos, NUNCA pidas un refresco de Litro o mayor capacidad. Sos un terraja.

- NUNCA protestes por la propina que se le da al mozo. Después que se tira una cifra, solamente se propone darle más. Su sueldo es una miseria, viven de eso, rata.

- Si te vas a hacer el crack con tarjeta de crédito, NUNCA saques una Visa de Pronto, Tarjeta D, Creditel o ANDA. Todos sabemos que te la dan con una fotocopia de la cédula y dos latas de pintura. Además, pagar con tarjeta ya no es de crack, sino más bien de quién no controla sus finanzas.

- Ni hablemos de tickets alimentación, promociones de las 2000 opciones de descuento online y demás.

- Para clientes: NUNCA pidas escarbadientes. Conservá los restos de comida en tu orificio molar y deshacete de él cuando estés en el baño o en la más absoluta intimidad. Para restaurantes: No entregues los escarbadientes en su cajita, por favor. Pocas cosas más terrajas que esa.

-Si pedís arroz, hamburguesa o pasta con una salsa sencilla (caruso o tuco clásico) estás demostrando que en tu casa cocinan horrible.

- No te ilusiones, estamos en Uruguay, los postres que hay son: Flan con dulce, flan solo, flan con crema, tarta de manzana, tarta de manzana con helado, helado, ensalada de frutas, ensalada de frutas con helado, panqueque de manzana, panqueque con dulce de leche y panqueque con helado. ¿Cuál de todas estas exquisiteces vas a querer?


No es fácil ir a un restaurante, estás hablando mucho de vos. Tenelo en cuenta.

¡Ah! El escupitajo en la sopa, la guerra de masa y harina de los panaderos, etc. Es todo mentira.