viernes, 16 de mayo de 2014

Reconfigurando héroes

¿Qué significa ser exitoso? ¿Es hacer plata? ¿Ser famoso? ¿Tener una familia?
Según los tres chanchitos, trabajar más, no salir a jugar y construír la casa más fuerte. No quiero ser chanchito.
Según Blancanieves y los siete enanitos, trabajar en serie en una mina oscura ocho horas recolectando diamantes para otro, mientas la única mujer se queda en la casa limpiando y cocinando. No quiero ser un enano, ni blancanieves.
Según Rocky, ganarle al ruso Ivan Drago, en Rusia, en el año 1985 (plena Guerra Fría) y terminar completamente vestido con los colores de Estados Unidos, en andas, siendo ovacionado por los propios rusos. No quiero ser Rocky.
O ser Tío rico y que mi felicidad pase por poder tirarme entre los billetes. No, gracias.


Nací consumiendo estos héroes pero es hora de que me cuestione cuál es el mío. La cultura, los grupos de poder, la política y los medios, como principal canal, me ofrecen una enorme variedad de héroes iguales. Detrás del genio de Tinelli, hay una espectacularización del chimento, la pelea burda,  la falta de respeto y la mujer como objeto. Tampoco quiero ser como él.

Más acá en el espacio, en el cuarto de al lado también hay un héroe que lo fue dentro de su historia y que permitió que yo contara la mia. Nuestro entorno se ha construído en un contexto particular, con necesidades específicas y con soluciones limitadas a su realidad. Entenderlos, reconocer su hazaña dentro de su camino, es el primer paso hacia preguntarse si todos deberíamos tener el mismo poder, la misma kryptonita y los mismos enemigos. Creo que no.

Pensemos en nuestros objetivos, en nuestras virtudes, en los logros que hemos obtenido más allá de que hayan sido con herramientas distintas. Somos hijos de nuestro relato y ganar o perder, depende del significado que le demos a ese concepto. Tu héroe, podés ser vos.