La cosa es que no hay que prestar la atención. ¿Si no la devuelve? Atraerse de no distraerse a gracia de un atento. Para que al final, la distracción sea la forma colectiva de vida. Libres, seguros, sabiendo que fluír es la palabra más completa de la existencia.
A prestarle atención a la desatención. Que es lo único que nos lleva a otro lado. Con menos luces. Silencio y conciencia. El cruce con otros distraídos, y por tanto, seguros, tranquilos, parecido a felices, nos irá destapando los oídos hasta solo escuchar música. Que es la plenitud en formato auditivo. Pero que el ruido no nos permite escuchar.
Esta es mi propuesta, Sr. Juez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario