lunes, 12 de marzo de 2012

El comienzo del fin


Foto: http://victorcuevas.es/
Llegó Marzo y con éste, el comienzo de las clases. Una vez más, los medios de comunicación fueron a realizar sus móviles desde la puerta de algún liceo y dejar en evidencia la angustia generalizada de los alumnos que viven esos instantes previos como el mismísimo ingreso al infierno.

Hay pocas cosas más repetitivas que el accionar de nuestro país, y con éste, del periodismo diario. Obviamente, llegamos a un nuevo comienzo del “año lectivo” con problemas edilicios. ¿Cuándo no? No conozco liceo público que permanezca más de dos semanas con vidrios sanos, paredes pintadas correctamente y sin problemas de electricidad.

Período a período, al ingresar a la institución uno se encuentra con la cara de la directora expresando su mayor esfuerzo para parecer simpática mientras va registrando todas las caras que pasaron por su escritorio en años anteriores y sufre terriblemente el reencuentro. Mientras tanto, vos vas subiendo las escaleras y observando detenidamente si siguen los mismos grafitis que dejaste el año anterior y te das cuenta que sí, efectivamente están. Pero opacados por una tímida pintura blanca, que parece haber sido cortada con agua para poder cubrir la totalidad del edificio. En definitiva, uno siente que nada cambió, está todo en su lugar.

El griterío por esos instantes es mortal, mientras uno pierde el tiempo en fijarse cuáles son las compañeritas nuevas y si el nerd que interrumpe al profesor todo el tiempo volverá a martirizarte tu año, el docente comienza a pasar la lista como si verdaderamente le interesara saber sobre ti. En facultad, es muy común que te consulten qué orientación pensás seguir o por qué estás ahí. “No hay muchas razones Sr. Profesor. Si no estudio, mis padres me echan de mi casa y yo todavía no estoy en condiciones de bancarme sólo. El boliche me saca mucha plata los fines de semana. Es como una relación de empleado público, ¿vio? Yo cumplo un horario, ellos no me echan” Bueno, lo de  cumplir un horario en los empleos públicos, hablando en el mejor de los casos, claro.

La primera semana es terrible. Entre las pocas ganas del estudiante de estar allí y la nula preparación de las clases que tienen los profesores, los minutos se hacen eternos. Son simplemente presentaciones que no tienen sentido ninguno ya que probablemente dos apellidos después el docente se olvidó de tu información.

Y por último, hay un detalle que no quiero dejar pasar. Si bien no me manejo generalmente con datos científicos, estoy en condiciones de afirmar que el 96% de los educadores bajan entre 3 y 5 kilos en esa semana. La transpiración que les genera tener que pararse frente a 30 jóvenes que lo observan como midiendo hasta dónde pueden sobrepasar los límites ese año es brutal. Tienen claro que de esos días depende su estado mental durante todo el año. No pueden mostrarse débiles frente a la peor amenaza del planeta que son los adolescentes.

Igual, hay algo que me deja tranquilo. Los profesores ya están trabajando en este problema y tomaron como medida realizar un paro en los primeros días de clase. Está muy bien, alguien lo tenía que hacer.

3 comentarios:

  1. Jajaja muy bueno....y mucha verdad en esas palabras, creo que todos nos vimos en esa posturao en algun momento de nuestas vidas.
    Ahora lo mejor es el rencuentro con los profesores y ni hablar con esa directora, con la que pasas grandes tardes de charla, contandole porque estas con ella y no en tu clase jeje...un beso grande chi y muy bueno la verdad

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    1. Jeje. Si sabrás vos de charlas con los directores.. Arriba! gracias!!

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  2. buenisimo santy aunque a parte del humor exista una triste verdad

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