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Foto: https://twitter.com/JorgeMunoz_
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En mi país, la música del domingo
tiene la voz de un locutor comercial que rompe la armonía nombrando empresas con
una velocidad única. La de un periodista que habla fuerte, claro y casi
como un robot desde “estudios centrales” (muchas veces apenas hay estudios,
imagínese si habrá centrales y periféricos). La de un comentarista, que es presentado como que viene a decir la
gran verdad, como si nosotros no hubiésemos analizado en la
semana eso mismo que él nos dice, de todas formas, ya sea para estar de acuerdo o para discrepar,
esperamos ansiosos que nos llene de argumentos para insultarlo. Y la de un
hombre que cuenta qué pasa con 22 tipos detrás de una pelota e infarta cada vez que ésta llega al área. Esa es la música de mi país, la de las transmisiones de fútbol.
Pero uno de los puntos más
ilustrativos de las transmisiones son los vestuarios. Son ellos, los llamados
“vestuaristas”, los únicos que verdaderamente tienen contacto con los
protagonistas. Lejos de esa cabina “intocable” de donde se emiten los juicios
más contundentes, ellos son los que deben hablar ante la atenta, y a veces
fulminante, mirada de jugadores, cuerpo técnico, allegados al club, etc. Y el
domingo pasado, al que le tocó ser quien comparta las sensaciones de Juventud
de las Piedras, fue a mí.
Siendo un equipo de corto recorrido
en primera división, viven cada ida al
Estadio Centenario como un verdadero hecho. Allí, donde juegan Suarez, Forlán,
Cavani, A veces Messi. Allí donde se jugó un Mundial y se lo ganó. Allí donde
nace y muere la parte más rica de la historia de nuestro fútbol, allí van solo
dos veces por año. Es, sin duda, un momento especial para ellos.
Los primeros en llegar fueron los
utileros, vistieron los pasillos con sus colores, colocaron hasta elementos de
marketing en las puertas y le dejaron todo pronto para sus reyes; los
futbolistas. Mientras las radios hacíamos nuestras primeras salidas, comentando
sobre la actualidad del equipo. Están los que van sin anotaciones y se descansan en su memoria, los que llevan
carpetas llenas de hojas con información, tablas estadísticas, detalles, etc.
Los que leen la información de los colegas. Todos juntos. ¿Celos? ¿Entre
vestuaristas? No, eso déjelo para cuando la fama nos maree.
El permanente “cjj-cjj” de los Handies y las voces alzándose cada vez que salen al
aire, son los únicos que rompen el silencio de un Estadio todavía vacío. Hay un
momento en donde los vestuaristas son los reyes de la transmisión y es cuando
se mete en medio de la emisión para decir fuerte y claro: “Llegó
Juventud”. Ahí, quien conduce la previa
para todo lo que está haciendo para darle un “Adelante en el vestuario
locatariooooo” y para nosotros es como que si nos abrieran el telón de un
teatro. Y todo para describir uno a uno
la llegada de los futbolistas y preguntarle cosas como “¿Cómo estamos
hoy?” “¿Jugás?” “¿Todo bien?”. Como si el protagonista fuera
a respondernos algo más que “Bien”, “Sí” o “Todo bien, gracias”. Pero es
nuestro momento, respétennos.
Ahí la armonía varía. Las canciones
de cumbia que se filtran desde el propio vestuario ya nos predisponen de otra
manera. Mientras todos se acomodan, los vestuaristas conversamos con un
auricular en la oreja por si nos llaman. Poco nos importa lo que está
sucediendo al aire, digamos la verdad, todos conversamos sobre nuestras vidas,
hasta que escuchamos nuestro nombre al aire.
Va llegando la hora del partido y ya
la música bajó. Se escucha algún cántico de la hinchada, más movimiento
alrededor, algún grito arengador del técnico hasta que, finalmente, se abre la
puerta y salen los leones. Con cara de malos, serios y llevándose todo por
delante. Los tapones resuenan en el cemento y ellos con mirada fija,
obnubilada. Ahí van, a decidir su emoción y la nuestra.
Juventud logró, por primera vez en la
historia de torneos cortos, ganarle a Nacional. Una fiesta. Los utileros se
abrazaban entre ellos, Mario Saralegui, actual director técnico y hombre muy
identificado con Peñarol ingresó gritando enloquecido, los jugadores nunca tan
predispuestos a hablar con nosotros como esta vez. Todo alegría, todo fácil para nosotros. El presidente habla de todo, tira hasta
cifras de gastos y ganancias, los jugadores merecen selección, el DT es Mourinho,
hasta te agradecen las notas. Nunca visto.
El vestuario tiene eso, tu trabajo
también depende del resultado, tras 90 minutos te toca cubrir una fiesta o un
velorio. Ésta vez, me llevé yo también los tres puntos. Yo también gané 2 a 0.